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La Magia de los números dobles 11 y 13 junto al sagrado 7.

Eres un ser cobarde y miserable, por eso debo darte la bienvenida al club del fuego infernal. Créeme cuando te digo que sentirás en tu jodido cuerpo, el mismo dolor que has causado de forma gratuita en los distintos seres inocentes que han ido pasando por tus sucias manos. Sin saberlo, te has introducido en una espiral de magia que va ligada en cierta medida a una densa energía de la cual te garantizo que no podrás escapar.

Tus amistades corruptas esta vez poco podrán hacer al respecto.

También he de decirte, que sólo podrás obtener refugio utilizando la única vía. Si eres un poco inteligente, y sabes buscar lo suficiente, quizás puedas tener alguna oportunidad.

Por lo que veo, te gusta jugar con la numerología. Te gusta utilizar tanto el número 11, como el número 13 en tus miserables y cobardes actos.

Ahora me toca a mí.

Usaré tu maldito nombre las veces que haga falta para llevar a buen término dicho principio de ajuste.

De La Fuente.

Saber el nombre de una persona sirve para algo más que llamarla. Además confiere un cierto poder sobre ella. Bajo esta premisa, algunas culturas han tenido especial cuidado de no revelar el verdadero nombre a extraños pues, de lo contrario, podrían estar a merced de aquél que lo poseyera. Saber el nombre verdadero de alguien, sea animal, cosa, persona o dios, es tener el «poder del nombre». En las culturas de tradición, sus miembros tenían un nombre público, conocido por todos, y también otro oculto, íntimo, esotérico, el que revelaba su auténtica personalidad. Creían que ese nombre representaba alguna peculiaridad espiritual.

El poder del nombre está relacionado con la fuerza creativa del sonido: aquello que se invoca en voz alta, utilizando las palabras y los vocablos correctos, acaba por materializarse y cumplirse. Es la base de los grimorios y de los libros de encantamientos, de magia y maldiciones. Las palabras de poder pueden ser útiles para invocar a las fuerzas de la naturaleza y a los seres elementales.

Fuente:http://www.elreservado.es/news/view/224-noticias-historia/731-el-poder-secreto-del-nombre

No tardando mucho, comenzarás a notar pequeños contratiempos dentro de tú entorno familiar. No querrás ser presa de las supersticiones. Rechazarás de plano todo aquello que esté ligado a las supercherías y a los trabajos dentro del campo astral.

Lamento decirte que no me atacas a mí, pedazo de imbécil. Estás atacando a un egregor, que actúa de forma autónoma e independiente.

Dicho egregor se centrará en aquello en lo que más quieres.

Un día un amigo me dijo que ese tipo de actuación no era ni mucho menos un acto de magia negra, sino un principio de equilibrio o ajuste. Se solicita un principio de equilibrio cuando tienes una razón noble por la que seguir en la lucha ,y sin embargo esta se encuentra bloqueada por ciertos obstáculos o entidades controladoras del plano material que bloquean tu misión universal.

Estoy plenamente convencido de que no tienes ni idea de lo que te estoy explicando.

Realmente no me importa en absoluto que entiendas o no entiendas nada de lo que aquí se está diciendo.

Dentro de las plegarias más utilizadas en la magia y de mayor poder se encuentran los Salmos de David.

Los salmos de David se utilizan en la magia para conjurar. Realizar un conjuro es oponer a un espíritu aislado la resistencia de una corriente y de una cadena. Por medio de ciertos salmos, como el 91 se puede ligar y obligar ciertas fuerzas a que obedezcan a la voluntad del operador.

Siete son los planetas tradicionales y sus arcángeles, así como siete son los llamados chakras, los cuales son puertas de entrada y salida de energía.